viernes, 30 de septiembre de 2011

CONTEXTO GENERAL:

La educabilidad en dicho contexto se da, siempre y cuando, la institución cumpla con el conjunto de recursos, aptitudes o predisposiciones que hacen posible que un niño pueda asistir exitosamente a la escuela, además, deben tener en cuenta las condiciones sociales que hacen posible que todos los niños accedan a esos recursos.

Por lo tanto para que exista educabilidad en dicho contexto debe haber un mínimo de bienestar para poder educar porque ésta hace referencia a una construcción social que trasciende al sujeto y su familia y que da cuenta del desarrollo cognitivo básico que se produce en los primeros años de vida (vinculado a una adecuada estimulación afectiva, buena alimentación y salud) y la socialización primaria mediante la cual los niños adquieren los rudimentos de un marco básico que les permite incorporarse a una situación especializada diferente de la familia como lo es la escuela.


En cuanto a los actores sociales, aquellos quienes garantizarán la educabilidad en dicho contexto, podemos nombrar a la familia como primer instancia y luego el Estado y a la sociedad civil.
Es la familia la que debe asumir el compromiso de llevar adelante ese proceso de formación inicial, socialización primaria o primera educación, y la Institución escolar, regulada por el Estado, se apoya sobre esa primer formación para el desarrollo del proceso de educación formal. La transición entre una esfera y otra es objeto de intervención y regulación social, al definirse la obligatoriedad de la educación formal a partir de determinadas edades, o al promoverse la cada vez más temprana institucionalización preescolar.


Por lo tanto, es la familia quien debe garantizar recursos económicos, consumos culturales, capacidad de dar afecto, estabilidad, entre otros. Ya que en los primeros años de vida, los niños adquieren la capacidad de pensar, hablar, aprender y razonar, por lo que es fundamental que puedan tener un desarrollo saludable que no obstaculice este proceso. Es por ésto que toman centralidad las condiciones en que nacen, una adecuada alimentación, las prácticas preventivas que promueven un crecimiento sano y la captación temprana y el tratamiento adecuado de enfermedades con el fin de evitar secuelas o retrasos en el desarrollo.


De modo que la familia no sólo debe proveerle un espacio saludable, sino también, un contexto en que pueda descubrir y desarrollar el lenguaje, y vivir la transición desde un vínculo cerrado en su núcleo familiar más primario hacia la coexistencia de otros pares cuya presencia desafía los esquemas interpretativos iniciales. El contexto cultural que le ofrecen sus padres determina el espectro de representaciones que portarán en el futuro.

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